Tanto los nobles como el
pueblo se la tenían jurada a Mazarino por las medidas financieras tomadas para
continuar las guerras de Richelieu, siendo estas el aumento de los impuestos,
los préstamos forzados con una reducción del interés y la venta de cargos, así
como el impuesto de la comodidad y un aumento de los derechos de entrada en
París, culminando con la retención de salarios en 1.648.
Este contexto económico
propició el surgimiento de las Frondas, que se dividen en tres:
- Fronda parlamentaria (1.648-1.649)
- Fronda de los príncipes (1.650)
- Fronda de Condé (1.651-1.653)
La Fronda parlamentaria
Mazarino pidió a los parliements
la cesión de un sueldo a cambio de mantener el privilegio que les permitía
transmitir su cargo de forma hereditaria a cambio de una cuota. Esto enfadó
mucho a los parlamentarios, que se reunieron en una sola cámara (Cámara de San
Luis) y exigieron un mayor control de los parliements sobre la regencia.
La reina, por consejo de Mazarino, aceptó en un principio las exigencias,
aunque tras la victoria de los ejércitos reales en España bajo el mando de
Condé la monarquía vio aumentado su poder, aprovechando Mazarino para ordenar
el arresto de los opositores, entre los que destacaba el presidente de la
Cámara de San Luis Pierre Broussel, muy apreciado por el pueblo.
Este ataque de la
regencia provocó a un pueblo parisino liderado por la burguesía, terminando en
el día de las barricadas el 26 de agosto de 1648, así llamado por el
levantamiento de más de 600 barricadas, además del incendio del palacio de
Luynes, donde se había refugiado el canciller Séguier. Estos sucesos forzaron
la liberación de los presos y la concesión de las exigencias, entre las que se
encontraban el aflojamiento de los impuestos, la supresión de los intendentes,
la prohibición de arrestar a miembros del Parlamento sin justificación y un
aumento del poder parlamentario.
No obstante, la reina no
estaba dispuesta a mantener las concesiones, y mandó exiliar a los miembros del
parlamento por rebeldía. Al no lograr que esto se llevara a cabo, hizo que los
ejércitos reales, bajo el mando del Príncipe Condé Luis de Borbón, rodearan
París. La estrategia de los atacantes fue cortar las vías de suministros y
dejar que el hambre llevara a los
rebeldes a rendirse, con lo que como última medida estos amenazaron con
solicitar apoyo a España, lo que forzó unas negociaciones que estabilizaron la
situación, aunque sin eliminar el descontento popular.
La Fronda de los
príncipes
Tras sus victorias
militares y su papel en la Fronda, Condé se fijó el objetivo de tomar el puesto
de Mazarino como primer ministro, aunque esto no gustó a la reina y fue
encarcelado junto al príncipe de Conti y el duque de Longueville. Los aliados
de Condé apelaron al Parlamento y propiciaron la agitación popular, viéndose
obligado Mazarino a liberar a los príncipes. Ya libres, estos siguieron
intentando hacerse con el poder, recurriendo para ello al favor popular; esta
agitación puso en boca la reunión de los Estados Generales, lo que apresuró a la
reina a encerrar de nuevo a los príncipes.
Tras esto, la duquesa de
Longueville, el duque de La Rochefoucauld y el vizconde de Turena (más conocido
como Turenne a secas) huyeron a Normandía y consiguieron el apoyo de España y
los Países Bajos. Con la creación de un poderoso ejército, los insurgentes
fueron tomando territorios a la vez que el Parlamento exigía la liberación de
los príncipes y la destitución de Mazarino, quien se vio forzado a huir fuera
de París. Para evitar que la reina le siguiera los burgueses cerraron París y
se aseguraron de que el heredero al trono no estuviera preparado para
marcharse, teniendo la reina que poner en vigilancia sus aposentos. Finalmente,
los presos fueron liberados y el Parlamento abrió un proceso contra Mazarino.
Como golpe final la
nobleza planeó convocar los Estados Generales para remodelar la monarquía hacia
un sistema que repartiera el poder entre el rey y los aristócratas, pero la
declaración en septiembre de 1.651 de la mayoría de edad de Luis XIV puso fin a
la regencia y a la Fronda.
La Fronda de Condé
Tras la declaración de la
mayoría de edad del heredero Condé abandonó París y se dedicó a llevar a cabo
diversas escaramuzas contra los ejércitos reales en las provincias. Ese mismo
año 1.651 la reina y Luis XIV abandonaron París para reunirse con Mazarino y
entrar en la ciudad de forma triunfal cuando Condé cayera, a modo de golpe
simbólico para reafirmar el absolutismo.
Condé llegó a tomar
París, pero la falta de organización en su movimiento y la ausencia de una base
social fuerte le hizo decaer, terminando en la salida de los miembros del
Parlamento de París por orden de Luis XIV y el cese de Mazarino como mano
tendida hacia la paz. Condé huyó a Flandes y el rey y su madre entraron en
París, llamando unos meses más tarde a Mazarino para seguir ejerciendo como
primer ministro.
En 1.652 el rey prohibió
a los parlamentos de París intervenir en asuntos de Estado y financieros, las
reformas de 1.648 fueron anuladas, los intendentes restituidos y Mazarino
ejerció su puesto hasta su muerte. Sin embargo, aunque a corto plazo la Fronda
fuera un fracaso, tuvo dos consecuencias de vital importancia:
- Crear en Luis XIV un temor por el pueblo y la nobleza que le llevó a practicar un absolutismo totalmente autoritario, para lo cual no halló gran oposición debido al hastío del pueblo y los nobles tras cinco años de intensas revueltas.
- Ser el caldo de cultivo de la Revolución Francesa de 1.789, pues lo único que diferencia a esta de la Fronda es una causa más definida y un mayor componente popular.