domingo, 23 de agosto de 2020

Fuerte de San Antonio de Barra

 El fuerte de San Antonio de Barra, en Estoril, Portugal, fue mandado construir en 1589 por Felipe I como parte de las defensas de Lisboa. El proyecto fue encargado al ingeniero italiano Vicêncio Casale.

Aunque el proyecto original del italiano consistía en una torre de planta cuadrada de 30 m de altura defendida por una línea de mosquetería con cuatro piezas de artillería, se decidió hacer una fortaleza mucho mayor con cuatro bastiones angulares, con el muro típico de la época, y una estructura interior accesible mediante un puente levadizo, consistente en dos edificios oblongos separados por un ala cubierta, existiendo en este punto intermedio una pequeña capilla.


Plano de la fortaleza

El complejo empezó a estar operativo en 1591, pero con el paso del tiempo fue quedando en desuso progresivamente, llegando sus fuerzas  de entre quince y dieciocho piezas de artillería a entre dos y cuatro en el s. XVIII, y pasando el número de soldados de cuarenta y seis a siete.
Tras el terremoto de 1755 se llevó a cabo una reconstrucción de cara a la Guerra de los Siete Años, teniendo lugar la siguiente restauración en 1831. En 1950 fue utilizado como puesto de la Guardia Fiscal, y en 1950 se convirtió en la residencia de verano de Antonio de Oliveira Salazar, siendo además donde tuvo lugar la famosa caída de la silla que le incapacitó para gobernar.


Despacho de Salazar

Cerca de la entrada, podemos ver una placa conmemorativa en la que la Cámara Municipal de Cascais declara que la fortaleza sirvió como residencia de Salazar, a quien elogia como un gran estadista.


A lo largo de toda la estructura podemos hallar varios azulejos con citas de las Lusiadas de Luis de Camoes, célebre escritor de la zona, una cita de Fernando Pessoa y dos dibujos, un que reza "Esta es la moneda con la que el rey paga los tributos" y otra que dice "Por la patria eterna renuncio a los más puros sentimientos de mi amor de madre", ilustrando a la reina con los dos príncipes.


Finalmente, podemos mostrar imágenes de la plaza central y la capilla:


martes, 4 de agosto de 2020

Agripina la Menor

Agripina la Menor (15-59 d.C.) fue hija del prestigioso general Germánico Julio César (15 a.C - 19 d.C.), hijo adoptivo de Tiberio, y de Agripina la Mayor (14 a.C. - 19 d.C.), hija de Augusto. Además de esta noble ascendencia, Agripina fue hermana de Calígula, esposa de Claudio y madre de Nerón, siendo siempre la mano derecha del emperador de turno.

Agripina la Menor

Estamos hablando tal vez de la mujer más influyente de la historia romana, si bien esto no estaba manifiesto durante el reinado de Calígula, ya que si bien sus tres hermanas gozaban de grandes privilegios y ejercían como sus amantes, había una favorita, Drusila, estando Agripina en un segundo plano, especialmente tras la muerte de esta. A la muerte de su hermano supo mantenerse cerca de su tío el emperador Claudio, y aprovechó la caída en desgracia de su esposa Mesalina por infiledidad para seducirle, siendo este su auténtico ascenso al poder. Con el emperador en la palma de su mano, hizo que adoptara a su hijo Nerón, fruto del matrimonio con Cneo Domicio Enobarbo, nieto de Marco Antonio e hijo de una sobrina de César Augusto, y emparentado por parte de padre con Lépido, y quien ejerció como cónsul entre el 32 y el 37, muriendo en el 40. Una vez realizada la adopción, Agripina alejó a Británico, hijo de Claudio y Mesalina, de su padre y procuró el nombramiento de Nerón como heredero. Cuando el emperador empezó a sentirse incómodo por el protagonismo y la influencia de Agripina, fue envenenado, según fuentes de la época con una seta especialmente apetitosa.

Claudio

Nerón heredó el trono y gobernó según los consejos de su madre, aunque pronto se cansó de sus ínfulas de emperatriz. En el año 55 despidió al liberto griego Marco Antonio Palas, supuesto descendiente de los reyes de Arcadia y querido de Agripina, de su puesto en el Tesoro; ella vio esto como una declaración de hostilidad y se salió con Británico, que contaba con catorce años y la posibilidad de reclamar el trono cuando alcanzara la mayoría de edad. Tal era el ansia de poder de Agripina, que amenazó con denunciar el envenenamiento de Claudio ante la guardia pretoriana, aunque Nerón lo consideró un farol por las consecuencias que eso tendría para ella.

El emperador contrató a la esclava gala Locusta, envenenadora de Claudio, para hacer lo propio con Británico, lo cual se realizó tan solo un mes antes de su mayoría de edad, en una cena en la que estaba presente Agripina. Esta tal Locusta es considerada una de las primeras asesinas en serie, y tras la caída de Nerón fue sentenciada a ser violada públicamente por una jirafa amaestrada y devorada por leones, condena ideada por el emperador Galba, famoso por su promiscuidad y su debilidad por los hombres vigorosos, maduros y depilados.

Locusta

El siguiente paso fue acabar con Agripina, lo cual no fue fácil: primero, se intentó el envenenamiento; después, derribar sus aposentos con ella dentro, y finalmente hundir el barco en el que viajaba. Agripina, haciendo muestra de unas excelentes dotes de nado, sobrevivió a la experiencia y envió a su hijo una carta notificándole que su barco había naufragado. El emperador, tras mandar asesinar al mensajero, envió al liberto Aniceto a darle muerte (no se fiaba de los pretorianos), y Agripina, sabedora de por qué acudían a su encuentro, se levantó de su cama, se rasgó las ropas mostrando el vientre y exclamó: "¡Golpea aquí, Aniceto, golpea aquí, pues este llevó a Nerón!". Aprovecho para comentar también las últimas palabras que Nerón dirigió a Agripina, en el barco: "Que tengas fortaleza y buena salud, madre. Por ti vivo y por ti gobierno". Finalmente, cuando tuvo ante sí el cuerpo desnudo, comentó: "No sabía que tenía una madre tan bella".

La culpa traumatizó y enloqueció a Nerón, quien afirmaba ser perseguido por las Erinias y por el espíritu de su madre. Sobre las Erinias, Euménides, Praxidíceas o, en Roma, Furias (Furiae; Dirae), y Erinu en Micenas, se trata de tres monstruos aterradores de la mitología griega que atormentaban a los parricidas, entre otros criminales especialmente mal vistos, aunque los lazos de sangre son las causas más frecuentes de su aparición.

Sobre su muerte, siempre se cuenta que en cierta ocasión acudió al Oráculo preguntando si su hijo reinaría, a lo que este contestó: "Será rey, pero matará a su madre". Ella, dispuesta a todo por el poder, exclamó: "¡Que me mate con tal de que reine!". Como diría cierto canciller galáctico: "Irónico".

Nerón

Bibliografía recomendada
Dión Casio, Historia romana LX y LXII, 11-14.
Grimal, P., 1992. "Memorias de Agripina." Barcelona: Edhasa.